Viejas reflexiones sobre las revistas científicas iberoamericanas (I)
En los años 90, cuando los países latinoamericanos comenzaban
a incorporar políticas científicas de claro corte neoliberal, y el ámbito
público educativo se resentía ante las demandas de competitividad del mercado[1],
se evidenció una preocupación por parte de los investigadores en comunicación
social respecto de cuál era el panorama en el que estaban insertos estos
estudios en tanto a ventajas y obstáculos a enfrentar. Uno de esos
investigadores fue el mexicano Guillermo Orozco Gómez quien publicó en 1997 un
libro[2]
dedicado a la investigación de la comunicación latinoamericana, trabajo en el
que destina un capítulo al análisis específico de las revistas regionales. Allí
el autor estudia algunas publicaciones significativas en función de explicar
orígenes, tendencias y características de la investigación en comunicación
social entre mediados de los años 80 hasta mediados de la década del 90.
Considerando la calidad, ámbito de producción y
distribución, la continuidad histórica y la especificidad editorial, Orozco
elige estudiar a Chasqui (CIESPAL), Diálogos de la Comunicación
(FELAFACS), InterCom (Brasil), Comunicación y Sociedad (México), Signo y
Pensamiento (Colombia), Cuadernos del PROIICOM, Estudios sobre las Culturas
Contemporáneas (México), Anuario ININCO (Venezuela) y Anuario CONEICC (México).
En ellas marca que la investigación en comunicación ha tendido -hasta el
momento en que escribe la obra-, a reflejar la labor de profesores preocupados
esencialmente por la enseñanza superior y cuya producción se concentra en
ponencias y comunicados preparados para eventos académicos. Si bien para el
autor esto no es negativo, sí resulta insuficiente ya que inclina el debate
hacia temas de docencia en las facultades, en desmedro de la formación científica
de estos profesionales.
Una segunda cuestión problemática para el comunicador
mexicano es que percibe una fuerte concentración de trabajos de carácter
ensayístico, artículos de opinión y entrevistas. Como una crítica común a los
tipos documentales que aparecen en las revistas, Orozco Gómez señala además la
carencia de indicaciones al lector respecto del tipo de obra a la que se
enfrenta. Semejante ausencia de resúmenes, introducciones o pie de página, es
entendida categóricamente como una falta de cultura investigativa doblemente
perjudicial por tratarse de una falla por parte de los comunicadores.
El panorama que encuentra el autor, claramente
desolador en términos cienciométricos, concluye que la política editorial de
estas revistas sobresalientes tiene un alto grado de etnocentrismo “dando la
impresión de que un mismo académico es ‘todólogo’, que domina todas las
posibles áreas del conocimiento relacionadas con la comunicación” (Orozco
Gómez, 1997: 144). Pero además de esto, los centros editoriales fomentan la
publicación de y para los mismos académicos de la comunidad a la que pertenecen
esas revistas, una especie de endogamia que, combinada con la particularidad de
los autores-docentes, implica una gran dificultad para reconocer continuidades
teóricas, metodológicas y hasta temáticas en dichos investigadores.
[1] Son conceptos desarrollados por Krotsch,
P. (2001) en “Expansión,
diferenciación y complejización de la educación superior en América Latina y
Argentina”, que forma parte de la obra Educación
Superior y Reformas Comparadas y que editó la Universidad Nacional
de Quilmes (Argentina).
[2] Nos referimos al libro “La
investigación de la comunicación dentro y fuera de América Latina. Tendencias,
perspectivas y desafíos del estudio de los medios”, que fue uno de los primeros
trabajos capitalizados por la editorial de la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de la UNLP
(Argentina), cuando ésta apenas se había fundado (1996), en medio de un proceso
de cambios para la institución, ya que hacía sólo dos años que se había
convertido en Facultad.